Valle Guadiana Menor
Unos 200m antes de llegar debemos de parar el coche para contemplar la inmensa mole de arenisca que queda suspendida sobre el valle y en el que podemos encotrar aves propias de los cortados como los cernícalos, las chovas, los aviones roqueros, las collalbas, etc… Los barrancos y cárcavas formados sobre los blandos y blancos materiales sedimentarios que desciende buscando el valle atrapan de inmediato al espectador. Abajo ya se intuye el paisaje, un ancho valle por el que el río serpentea formando hermosos meandros, entre chopos y olivos, buscando pausadamente la salida a la libertad que supone el ancho océano.
Llegados propiamente al salto del Lirio, el paisaje es espectacular. Al norte, sobrecogidos por una visión singular, encontramos la población de Hinojares, una pequeña mancha verde en un paisaje desértico. Por detrás incluso de las estribaciones de la Sierra del Pozo, asoma el pico del Rayal, que con sus 1.835 m observa indolente la población de Tiscar, siendo visible la Torre del Castillo de Peña Negra que se asienta sobre el Santuario y la población también visibles. A medida que dirigimos la mirada hacia el este encontramos la caseta del Pico Cabañas, que con sus 2.028m es la elevación más alta de la Sierra del Pozo; la silueta cónica e inconfundible de la Sierra de la Sagra (2.382m); la población de Pozo Alcón; los llanos de Cortés y Jabalcón ; la población de Cuevas del Campo; la Sierra de Baza; la depresión de Guadix, con Sierra Nevada al fondo; el valle del Guadiana Menor (ya al Sur); Peña Cambrón (1.191m) al oeste; los Cerros de Ubeda y las dos ciudades monumentales: Ubeda y Baeza y los picos del Guadiana (751m) al noroeste en dirección aguas abajo del Valle, que con su singular cresta aparentan ser el lomo de un reptil que agotado de vivir dejó su vida por estos lares.
Estamos ante una visión única de la zona más seca del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Las precipitaciones por debajo de los 250 mm y los afloramientos de yesos y otros materiales salinos dan lugar a una riqueza florística única. El número de especies endémicas en al zona es muy elevado, siendo el valor ecológico de la zona muy alto. También encontramos diapiros de roca subvolcánicas, yacimientos de fósiles, poblados ibéricos (en los castellanes de Ceal), las salinas de Chillar o Hinojares (de las que se extrae sal de mesa).
Otra posibilidad, muchas veces desdeñada es emplear este mirador como punto de observación astronómico. Lejos de fuentes de contaminación luminosa, el pasado se abre paso en infinidad de puntos luminosos, entre los que algunos cuerpos mas cercanos, nuestros hermanos en girar alrededor del sol, nos asientan en el presente. Aunque solo sea por reconocer las principales constelaciones y cuerpos celestes de nuestra bóveda, el paseo merece la pena. ¿Y que decir de una mirada al valle en plena luna llena?